Ya falta muy poco para que este año también pase a la historia como ya lo han hecho otros antes que él. La gran diferencia entre este año y los demás es que puede que éste haya sido (hasta ahora) el peor año de mi vida. Un año lleno de decepciones, malos recuerdos y, sobre todo, muchas lágrimas. Por suerte también ha sido un año en el que he conocido a gente maravillosa que nunca pensé en poder conocer y con ellas he aprendido que aun puede surgir una gran amistad sin importar la distancia ni la edad; he aprendido que una sonrisa sincera vale más que el mejor de los besos; que una carta inesperada felicitándome el año puede hacer que me estremezca más que el más cálido abrazo y que aún pueden fascinarme unos bonitos ojos. También he aprendido que nunca es tarde para volver a enamorarse y que siempre hay una excusa para empezar de nuevo. Y lo mejor de todo es que en este nuevo año ya sé en donde están mis verdaderos amigos, sé en quién puedo confiar y quién se esconde tras diferentes máscaras, sé quién me valora y a quién no le importa si lloro o dejo de llorar....
Bueno, ahora lo único que me apetece es ir a la playa más desierta y sumergirme en sus aguas. Dejar en la orilla los malos recuerdos, la tristeza, las mentiras, las decepciones, la soledad, el rencor, la ira, la maldad... y que, poco a poco, se fuesen enterrando bajo la arena...que llegase un momento en el que lo único que quedase en la playa fuese yo bajo las aguas; que el mar cubriese mi cuerpo con su tranquilidad, su paz y su frescor y que no hubiese nada entre nosotros y así, desnuda, jugar con el reflejo de la luna sobre el agua trasparente. Ese siempre ha sido mi sueño...fundirme con el mar....y que, cuando fuese a salir el sol, mi alma se ocultase con la luna.
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